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A LA BÁSCULA

Mensaje cifrado

Julián Parra Ibarra

Una de las principales reglas que establecen los manuales para el manejo de crisis es no dejar demasiados tiempos muertos, espacios informativos vacíos, sin que una voz autorizada salga y afronte la situación, ofrezca una explicación convincente y regrese la calma entre los afectados por la situación que, se supone, deber ser transitoria y no permanente.

En el caso de las autoridades electorales por cuyas manos ha pasado el proceso electoral de Coahuila –tanto las locales como las federales- pareciera ser que jamás han siquiera hojeado un manual de esta naturaleza, porque no solamente no han cumplido con los aspectos básicos que contienen ese tipo de documentos, sino que han contribuido a enrarecer el ambiente.

Cuando la pelota estuvo en la cancha del Instituto Electoral de Coahuila (IEC), éste le atizó apenas unas horas después de concluida la jornada electoral, al salir a dar en las primeras horas del domingo 5 de julio, los resultados de su conteo rápido, que cuando el engrudo ya se les había hecho bolas, dijeron que al momento de revelar sus resultados, éste estaba incompleto y que si hubiera estado completo el que habría aparecido en primer lugar como lo marcaba el PREP, era el priista Miguel Ángel Riquelme Solís.

El problema -que tiene varias aristas-, es que la Consejera Presidenta tenía una impresionante prisa por atraer las cámaras y dar los avances del conteo, pero jamás aclaró que estaba incompleto, y los resultados que ofreció en ese momento, le daban una ventaja de al menos dos puntos al candidato panista Guillermo Anaya.

Eso, las palabras de la Consejera Presidente, dieron pie para que se empezara a formar la hipótesis de que se había cometido fraude, ‘fortalecida’ por el hecho de que se detuvo el conteo del PREP cuando faltaba una buena cantidad de casillas por computar. La prudencia indicaba que dado el margen tan estrecho entre los dos principales competidores, el anuncio de esa madrugada debió haber sido que no existían las condiciones para dar a ninguno como el puntero para no comprometer la elección.

Lo hizo Luis Carlos Ugalde, entonces presidente del IFE cerca de la media noche del 1 de julio de 2006 cuando todos esperaban que en su mensaje en cadena nacional, saliera a dar el nombre del ganador en la elección de la Presidencia de la República ¿Qué le significó un altísimo costo personal por no haber hecho lo que los candidatos y partidos esperaban que dijera en aquél mensaje? Cierto, tan es así que no le dejaron su mandato para el cual había sido electo, pero se corrió el riesgo porque se comprometió con la democracia y con la honestidad.

Cuando la pelota pasó a la cancha del Instituto Nacional Electoral (INE), y parecía que las aguas empezaban a retomar su nivel, apareció de pronto la filtración del dictamen que emitiría la Unidad de Fiscalización, en el sentido de que los dos principales candidatos habrían rebasado los topes en los gastos de campaña y –si bien el INE no tiene entre sus facultades anular elecciones- todo apuntaba que tras lo que dictaminara el Consejo General, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) tendría que invalidar la elección y reponer el proceso porque los supuestos rebases estaban por arriba del 5 por ciento que marca la ley, en los casos en los que la diferencia entre uno y otro candidatos fuera menor a un 5 por ciento.

El viernes 14 de julio se suponía que en la sesión del Consejo General, el INE definiría la situación de la elección para Gobernador de Coahuila, y pasaría la pelota a la cancha del TEPJF. No fue así, cuando entraron de lleno en el debate por los supuestos pagos que PRI y PAN habrían hecho a sus representantes de casillas sin que hubieran reportado ese gasto al INE, se decidió hacer un receso para reanudar la sesión extraordinaria el lunes 17 que abrió paralelamente un espacio para cualquier cantidad de dudas y especulaciones, quizá muchas de ellas sin sustento pero que ante los espacios muertos o vacíos informativos, autorizaron a que cada quien elaborara la hipótesis que mejor le acomodara. Y los partidos lo hicieron.

En la reanudación el lunes 17, otra vez volvió a ocurrir lo mismo porque el asunto se quedó sin dictaminar, se volvió a dejar un ahora enorme espacio porque los Consejeros tenían que tomar su periodo vacacional, y pospusieron todo para el mes de agosto.

Dos consejeros electorales sin embargo –Pamela San Martín, y Ciro Murayama-, dejaron sobre la mesa un mensaje -¿cifrado?-similar: que las cifras ya no van a cambiar a la baja, aunque sí podrían modificarse a la alza.

Quienes saben de cuestiones legales y electorales sabrán descifrarlo, el resto de los coahuilenses, los simples mortales, los de a pie, los hijos de vecino, seguiremos esperando a que los Consejeros Electorales regresen de sus vacaciones y emitan su dictamen final, porque bien escribió la periodista Jessica Rosales: la democracia, está de vacaciones.