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El andamiaje del castigo

Salvador Hernández Vélez

El pasado miércoles presenté el libro El andamiaje del castigo de la maestra María de Guadalupe Sánchez de la O, investigadora en la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila. Fue en compañía del escritor e investigador el doctor Carlos Manuel Valdés. Este texto es precisamente la historia de la constitución de la penitenciaría de Coahuila de 1881 a 1910.

Este libro se presenta en el contexto de la lucha en nuestro país contra la corrupción y la impunidad. Los procesos electorales del año pasado, así lo manifestaron, a través de su voto de castigo. Sobre este tema existe la posición de que en nuestro país hay una falta de cultura de la legalidad. Incluso diferentes académicos sostienen que es importante impulsarla en las curriculas de las licenciaturas de derecho, y en la formación general de los estudiantes y de los ciudadanos. La autora nos pone ejemplos de cómo la falta de una cultura de la legalidad entre los responsables de atender las cárceles propició la fuga de reos y generó diversos problemas, que afectaron el funcionamiento de la penitenciaría.  Dice que en Coahuila, la historia nos muestra el enorme esfuerzo realizado para que el dictado de la ley se instaurara y desapareciera el grillete. Que el poder judicial y la policía estaban en total desacuerdo con la incipiente política carcelaria coahuilense, pero el gobernador Evaristo Madero no permitió que se pusiera en tela de juicio su nueva forma de castigo: vigilar, pero confiar en el reo.

Una vez que nuestro país transita hacia una nación independiente, el poder judicial en Coahuila empezó a organizarse a partir de 1827 y entre otros muchos problemas tuvo que enfrentar, el cómo resolver el problema de castigar a los criminales y a los que violaban las leyes. Por tanto se planteó la necesidad de contar con espacios para el castigo.  El camino fue largo, así lo evidencia la investigación que presenta la maestra Sánchez de la O. Ella nos reseña sobre las cárceles en México, el fenómeno criminal y el proceso de formación del régimen penitenciario tomando los ejemplos de cárceles de otros países como EEUU e Inglaterra. El andamiaje del castigo  es sin duda una travesía por las tendencias carcelarias del siglo XIX y principios del XX. La autora describe, desde la venganza hasta la rehabilitación social, el perdón y la capacidad de redimirse a sí mismo. Cuando se inició la construcción de la Penitenciaría de Coahuila ya los gobernantes y sus jueces pensaban más que en un castigo físico corporal, en la privación de la libertad. Esto es, se asomaba una nueva mirada sobre el trato a los delincuentes.                              

La separación definitiva de Coahuila del estado de Nuevo León, en 1864, para ser una entidad federativa libre y soberana, posibilitó que se emitieran leyes en materia penal con base en la ley nacional  de 1871 y en materia penitenciaria a nivel estatal en el periodo de  1881-1884; además se construyó la Penitenciaría dotándola de un edificio interior que aspiraba a ser un panóptico (1881-1882) y de esta manera, se sentaron las bases para dar respuesta a los requerimientos de un modelo penitenciario que se imponía desde el centro del país y que se concreta hasta 1910.                              

El libro trata, entre otros apartados, los regímenes penitenciarios y los códigos penales, de cuando se abolió la pena de muerte. Habla de la educación carcelaria, la queja por los alimentos, el trabajo penitenciario, de cómo era la alimentación en las cárceles, del vestido de los presos, la salud e incluso de los fotógrafos de la penitenciaría. También escribe sobre las dificultades que enfrentaron los alcaldes para cubrir el sostenimiento de los reos, los conflictos entre custodios y reos, entre los propios presos, del concepto de la cárcel como espacio correctivo y de cómo “la pena de prisión se convirtió finalmente en el castigo mismo, lo que [marcó] significativamente el tránsito a una nueva penalización, característica de la modernidad.” Carlos Manuel Valdés sostiene que la Penitenciaría de Coahuila, fue en su época la mejor del mundo, y el edificio en vez de conservarlo para el patrimonio estatal, fue demolido, luego de 93 años de uso. Más del 50 % de los reos salían a trabajar diariamente, y los demás lo hacían al interior. Esto es un ejemplo real de un auténtico proceso de rehabilitación.

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