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Julián Parra Ibarra
En Durango y guardando las debidas proporciones, está ocurriendo en el priismo de la entidad, un fenómeno similar al que se vivió a nivel nacional después de las elecciones presidenciales del 2000, cuando el PRI perdió por primera ocasión la Presidencia de la República frente al panista Vicente Fox Quesada. Francisco Labastida Ochoa fue vapuleado por el ex gobernador guanajuatense.
De pronto los priistas de todo el país se encontraron con un escenario inédito, que no habían imaginado ni en sus peores pesadillas: No solo ya no tenían a un presidente de la República de su partido, sino que al quedarse sin el ‘primer priista del país’, se quedaron huérfanos, desamparados, sin un líder al cual seguir, de quién recibir indicaciones, y con el cual alinearse en la toma de las grandes decisiones.
Eso provocó que los distintos grupos políticos en el país, empezaran a tratar de aprovechar el río revuelto para llevar agua a sus respectivos molinos, la lucha interior por hacerse del control del partido y por tanto de las decisiones de las candidaturas, llevaron al antaño partidazo, a caer hasta la tercera posición en la elección del 2006 cuando Roberto Madrazo Pintado como presidente del CEN del PRI ‘secuestró’ para sí la candidatura a la Presidencia de la República, año en el que la disputa se dio entre el panista Felipe Calderón y el entonces perredista Andrés Manuel López Obrador.
En Durango, se está replicando aquella dolorosa historia para los priistas: En 2016 y producto de los yerros cometidos por el ex gobernador Jorge Herrera Caldera y su capricho de imponer la candidatura del entonces alcalde duranguense Esteban Villegas, impidiendo con ello el avance de la candidatura natural de la lagunera Leticia Herrera Ale, fue la puntilla a su propio partido al que la ciudadanía despreció en las urnas por su estilo autoritario y dictatorial de gobernar la entidad, y por primera ocasión en la historia, a la gubernatura de la entidad llegó un gobierno panista encabezado por José Rosas Aispuro Torres.
Al quedarse ‘descabezados’ sin un líder político y ya sin ‘el primer priista del Estado’, igualmente los grupos en la entidad como en el 2016 a nivel nacional, empezaron a los jaloneos por tomar el control del partido y arrogarse las decisiones para la definición de las candidaturas.
Los ex gobernadores Ismael Hernández Deras y Jorge Herrera Caldera, han venido empujando fuerte no solo para imponer candidatos de sus respectivos establos de cara a la elección federal del 1 de julio próximo –a la que acompaña la renovación del Congreso local-, sino que con la suma de fuerzas, pretenden minar la del grupo lagunero que encabeza Leticia Herrera.
Es tal la magnitud del ‘tsunami’ generado por los ex gobernadores, que Lety Herrera se vio obligada a solicitar licencia a la alcaldía gomezpalatina y empuñar la bayoneta para entrar en la lucha cuerpo a cuerpo; postularse como candidata en el segundo Distrito para la diputación federal, en una búsqueda por el equilibrio de fuerzas con los grupos de la capital, que hacen todos los esfuerzos por descarrilar a la lagunera en sus aspiraciones a ser la próxima candidata a la gubernatura por el PRI.
Pero en medio de la lucha de grupos, hay muchos ‘daños colaterales’, y el PRI ha perdido una serie de cuadros valiosos que han brincado a Morena, el partido ‘cacha renegados’ que ha venido tomando fuerza en el Estado. Tome nota de algunos nombres de personajes que tienen –o tuvieron en el pasado reciente-, un peso específico al interior del PRI en Durango:
Héctor Vela Valenzuela, ex secretario de Gobierno, ex secretario de Obras Públicas, ex secretario de Educación, ex diputado local en dos ocasiones, ex presidente de la Fundación Colosio y ex secretario técnico del Consejo Político del PRI; Otniel García Navarro, actual diputado federal, ex diputado local, ex dirigente municipal del PRI en la capital estatal, ex presidente del CDE del PRI y ex secretario del Movimiento Territorial en Durango.
Juan Ávalos Méndez, ex secretario de Turismo, ex diputado local y ex presidente del Comité Municipal del PRI en Gómez Palacio hasta septiembre pasado. Hay otros ex diputados como César Aguilar, Iván Gurrola, José Ángel Beltrán y Julián Salvador Reyes, entre otros, más los que se acumulen esta semana. Dirán lo que quieran, pero no se puede minimizar el peso de cada uno de estos personajes, el golpe es demoledor.
Así como ocurrió a nivel nacional en 2006 -producto de sus propios errores y las luchas intestinas- el PRI en Durango corre el riesgo de irse en la siguiente elección hasta el tercer lugar. Detrás del PAN y Morena. El tiempo nos lo dirá.