Muy sensibles
Julián Parra Ibarra
No estoy seguro si es por que empieza a bajar la temperatura en anuncio de la llegada de un invierno que los especialistas dicen que va a ser un poco crudo -a diferencia del anterior en el que se cuentan con los dedos de una mano los días de verdadero frío-; no sé si sea por el nervio que provoca la cercanía de la definición de las candidaturas para la elección presidencial de la que es llamada desde ahora como ‘La madre de todas las batallas’ o vaya usted a saber cuál sea la razón, pero recientemente la piel de los políticos en este país ha disminuido su grosor y se ha vuelto muy delgadita, se ha tornado muy sensible.
Luego que la activista social María Elena Morera durante la realización del foro ‘Sumemos causas por la seguridad: ciudadanos + policías’, en la que fue la anfitriona y mencionó que “Los asesinatos, las desapariciones, las violaciones a los derechos humanos, secuestros, las extorsiones, los robos ya se hicieron parte de la vida misma de los ciudadanos en México”. Nada fuera de lo normal, nada alejado de la realidad que vive el país, pero el presidente Enrique Peña Nieto se enojó, quizá no estaba de humor.
Ahí mismo recriminó con molestia el señalamiento, aunque al final haya dicho “No son regaños, María Elena”. Sin embargo no pudo –y me parece que ni siquiera lo intentó- ocultar su enojo cuando dijo: “Lamentablemente a veces se escuchan más las voces que vienen de la propia sociedad civil, que condenan, que critican, y que hacen bullying del trabajo de las instituciones del Estado. Y perdón que lo diga, pero queremos actuación responsable de las instituciones a las que todos los días pretendemos desmoronar y descalificar, como ocurre con los integrantes de las corporaciones policiacas”.
No es la primera vez que el Presidente externa que se siente incomprendido o que es injustamente valorado, incluso la campaña lanzada por el Gobierno Federal de que ‘Las cosas buenas también cuentan, y cuentan mucho’, es una especie de reclamo de que no le reconozcan lo bueno que él considera que
se ha hecho en su Gobierno. Este tipo de exabruptos ya los había tenido con anterioridad, incluso en actividades solamente con representantes de los medios de comunicación a los que les reclamó: “Ya sé que ustedes no aplauden”.
También provocó una gran urticaria que el morenista Mario Ariel Juárez dijera en tribuna que el coordinador de los diputados priistas, César Camacho había reconocido que tenían 10 mil millones de pesos para ‘comprar conciencias’, lo que despertó el lado más fino de un grupo de diputadas tricolores que le dedicaron a su par en tribuna el grito de ‘ehhhh…puto’, tan utilizado en los estadios de futbol de nuestro país, y tan cuestionado tanto internamente como hacia el exterior, y que ha valido la aplicación de multas de parte de la FIFA a la Federación Mexicana de Futbol.
El exabrupto de las legisladoras federales valió incluso un llamado y exhorto de la Conapred para evitar que en las manifestaciones que realicen en el ejercicio de sus funciones, reproduzcan prejuicios y estereotipos negativos, y consideró que era ‘doblemente gravoso’ que este grito homofóbico se haya trasladado de las tribunas de los estadios a las curules de la Cámara de Diputados.
El líder de la bancada tricolor rechazó dar acuse de recibido del llamado de la Conapred. Sostuvo, no habrá la disculpa solicitada, porque para que haya un desagravio debe haber agravio, y a juicio de los priistas, la expresión de las diputadas de su partido, no implicaba ningún agravio.
Según Camacho Quiroz, sus compañeras –que luego se añadiría que traían algunas bebidas alcohólicas de por medio-, lo que gritaron fue ¡Bruto!
El ex gobernador mexiquense y ex líder nacional del PRI piensa que este es un país de brutos, que se dejan dar atole con el dedo, que se chupan el dedo.
Los priistas sí fueron muy sensibles para reaccionar cuando el morenista lanzó al líder de su bancada una acusación -sin sustento, tendríamos que aclararlo-, pero no tienen la misma sensibilidad para aceptar su error de cara no al diputado que lanzó la acusación, sino de cara al pueblo de México que encima de todo, es considerado como retrasado mental y tratado así por Camacho Quiroz.
Pero de pronto, se les olvidan los tiempos que vivimos, en los que todos estamos metidos en una caja de cristal, son los tiempos de las redes sociales que todo lo ven y todo lo exhiben. Para los políticos y los gobernantes estos ya no son tiempos de hacerse los de la piel delgadita, sino de cumplir a cabalidad con sus obligaciones y responsabilidades.
Porque ahora resulta que un pueblo que ha sido históricamente saqueado, golpeado por la violencia, sumido por las históricas y recurrentes crisis económicas debe aguantar todo en silencio, porque sus gobernantes le han salido, malos, pero eso sí, muy sensibles.