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A LA BÁSCULA

Contra el tiempo

Julián Parra Ibarra

A partir del 1 de enero próximo se pondrán en marcha las administraciones municipales –ojalá que sea por primera y única vez en la historia- de un año en el Estado de Coahuila, y quienes las encabecen y conformen estarán metidos permanentemente en una carrera contra el tiempo. De hecho ya lo están, si es que quieren hacer algo en este mandato tan atípico.

Quienes juramentarán como alcaldes el 1 de enero de 2018, son los que ganaron en sus respectivos municipios los comicios realizados el pasado 4 de junio. Todavía bien no han tomado posesión de sus cargos, y la vorágine político-electoral de la entidad le siguió de frente después de la pasada elección, porque ahora se tienen que ir definiendo de aquí a diciembre, las cartas que cada partido presentará para la elección de senadores, diputados federales, y alcaldes para el siguiente periodo de tres años (2019-2021).

Uno de los principales argumentos de quienes fueron alcaldes durante antiguos periodos de tres años era que ese lapso resultaba muy poco tiempo porque cuando apenas terminaban de completar la ‘curva de aprendizaje’ se entraba ya en la recta final de su mandato; además, se aseguraba, tres años no bastaban para concluir los proyectos iniciados en un una administración.

Se modificó la constitución local y se inauguraron las administraciones de cuatro años, y hoy, para dar cumplimiento a la ley electoral, cada entidad ha tenido qué homologar los tiempos de al menos una de sus elecciones con las de carácter federal, y a cada Estado se le dio la posibilidad de elegir cuál de ellas quería homologar.

En Coahuila se decidió que fueran la de las alcaldías, en Durango las de diputados locales, y en otros como Veracruz, que fuera la gubernatura. En la entidad jarocha, por ejemplo, la gubernatura que conquistó Miguel Ángel Yunes Linares en 2016 es para un periodo de dos años, por lo que el año entrante nuevamente los veracruzanos elegirán Gobernador.

Se imagina si los que fueron alcaldes de trienios se quejaban de que era poco el tiempo de duración de su administración, cómo puede considerarse las administraciones de un año.

Por ello los próximos alcaldes, desde ya, deberán de ponerse a trabajar en el análisis de las condiciones que en todos los rubros habrán de recibir la administración, planear, proyectar, para que en el primer minuto del 1 de enero próximo puedan llegar a ejecutar de inmediato. No que lleguen el 1 de enero apenas a empezar a revisar, a conocer, a planear, porque les va a llegar diciembre y sus posadas sin que hayan alcanzado a hacer nada.

Los actuales alcaldes en funciones deberían ser lo suficientemente responsables y comprometidos son la sociedad a la que –se supone- que sirven. Actuar con transparencia y una total apertura para que las personas que designen los futuros presidentes municipales, puedan tener acceso a toda la información que requieren para poder tomar decisiones, proyectar, planear y ejecutar en los 12 meses del próximo gobierno.

Ciertamente en municipios como Saltillo y Torreón, donde no sólo habrá cambio de administración, sino también de partido, no será nada sencillo para las administraciones entrantes empezar desde ahora a interiorizarse, informarse y conocer por dentro las entrañas de la situación que guarda actualmente la administración. Con el cambio de partido -no debiera ser así, pero en los hechos lo es- se dan complicaciones para la entrega-recepción.

Las nuevas administraciones no se pueden dar el lujo de esperar a tomar posesión para empezar apenas a planear su administración, por eso menciono que vivirán en una carrera contra el tiempo. Además, porque aunque quieran sustraerse de ello, no quedarán exentos de la vorágine electoral que se vivirá de manera intensa casi al mismo tiempo que el arranque del próximo año, por las campañas políticas para elegir el 3 de junio de 2018 al próximo presidente de la República, senadores, diputados federales y alcaldes –en el caso de Coahuila- por tres años.

Con alcalde electo, el último semestre de cada administración la fuerza del alcalde saliente se va perdiendo para irle dando paso a la figura de su sucesor, pero en esta ocasión tiene que ser distinto, no se puede ceder el primer semestre a las cuestiones político-electorales, y el siguiente casi casi a

preparar la entrega-recepción. No, en estas circunstancias se tiene que mantener un paso fuerte y constante, desde el 1 de enero y hasta el 31 de diciembre del 2018 sin que nada ni nadie los distraiga. Si no es así, será un año perdido para el municipio donde eso ocurra.