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A LA BÁSCULA

Lo que mal empieza…

Julián Parra Ibarra

Dice el refrán popular que lo que mal empieza, mal acaba, y esto viene a cuento porque eso es justamente lo que está sucediendo en el priismo duranguense, luego que el delegado del CEN en la entidad –el senador Daniel Amador Gaxiola-, renunciara y se marchara en silencio sin poder conseguir su principal encargo, que era sacar adelante la elección de la nueva dirigencia estatal del tricolor, y al decir de la alcaldesa de Gómez Palacio, Leticia Herrera, en vez de venir a lograr la unidad partidista, lo que alentó fue la acentuación del gran divisionismo existente, promovido por el ex gobernador perdedor, Jorge Herrera Caldera.

Pero lo que se vive en estos días en el priismo duranguense no es sino la consecuencia de una historia que mal empezó hace poco más de 12 años, y la cual estuvo plagada sucesivas traiciones. Primero, la del actual gobernador José Aispuro Torres al entonces aspirante Carlos Herrera Araluce –QEPD- en la interna priista, tras la que el entonces senador Ismael Hernández Deras se hiciera de la candidatura primero, y de la gubernatura después.

Aunque de por medio estaba la promesa de que como pago a sus servicios el siguiente candidato sería Aispuro Torres, seis años después Hernández Deras –que llegó al poder gracias a la traición, volvió a jugar con la misma divisa-, designó como su sucesor a Jorge Herrera Caldera, que había sido su secretario de Finanzas al inicio de su administración, y cuyo único mérito fue la renegociación de la enorme deuda que les había heredado Ángel Sergio Guerrero Mier, y que se buscaba mantener oculta.

Salido de las penumbras de oscuros grupos de la ultraderecha, Herrera Caldera llegó al poder al ‘derrotar’ a José Rosas Aispuro –ya candidato del PAN-, en una elección plagada de irregularidades, como el robo de urnas, utilización de hombres fuertemente armados, detonaciones de armas de fuego, entre otras muchas lindezas. Calificado como el gobernador priista más panista de México, decidió imponer como el candidato del PRI a la gubernatura para sucederlo en el cargo, al entonces alcalde durangueño,

Esteban Villegas Villarreal, contra el deseo de la mayoría de los duranguenses, priistas o no priistas, que consideraban a la entonces senadora Leticia Herrera como la candidata natural.

El capricho de Herrera Caldera llevó a PRI a perder por primera ocasión en su historia la gubernatura de Durango, y a él a convertirse en el primer priista en entregar la gubernatura a un candidato abanderado de un partido distinto al Revolucionario Institucional, resultado que es fecha que no termina por digerir, ya que por todos los medios ha tratado de entorpecer el funcionamiento de la nueva administración, utilizando a sus peones incrustados en los poderes legislativo y judicial.

De manera simultánea, ha realizado todos los movimientos necesarios para hacerse del control del PRI en el Estado, y buscó aliarse y apoyarse con Amador Gaxiola para lograr sus aviesas intenciones, pero por primera vez se ha topado en pared: enfrente tiene a la que se ha erigido como la principal –y única- figura en estos momentos dentro del priismo duranguense, y desde ahora como la única que tendría posibilidades para reconquistar para su partido la gubernatura dentro de cinco años, Leticia Herrera Ale.

El delegado del CEN en Durango nunca se paró en la Comarca Lagunera, la única región en la que el PRI ganó todo en la elección de junio del año pasado, y trató de fortalecer al grupo detrás del cual intenta mover los hilos y mantener el control Herrera Caldera, que según se dice quiere seguir dando función cuando no se da cuenta que su tiempo ya se terminó, y que dejó al Estado hecho pedazos como entidad, al igual que al PRI como partido.

Lo quieran o no reconocer los peones de Herrera Caldera y él mismo, no hay en el Estado quién pueda rescatar al PRI, que ya enfrenta serios problemas económicos y una andanada de denuncias laborales. Está paralizado, es un elefante que sin la gubernatura y la alcaldía de la capital no puede seguir en movimiento.

Por ello desde ahora lo mencionamos, si alguien puede rescatar al partido y evitar su pulverización, es Leticia Herrera Ale; y si hay alguien que desde ahora se erige como la única figura con la capacidad de recuperar para el PRI la gubernatura dentro de cinco años, es Leticia Herrera Ale.

Como en las arenas movedizas, cada paso que Herrera Caldera intenta, se hunde más; y cada que eso sucede, engrandece más la figura de la alcaldesa gomezpalatina. Creo que por su propio bien, debería alejarse lentamente de la arena política estatal, porque si ahora enfrenta un escenario que no maginó ni en sus peores pesadillas con Aispuro Torres en la gubernatura y él fuera de toda la jugada, ni siquiera se podría imaginar el escenario que tendría enfrente, una vez que llegara a la primera magistratura Lety Herrera.