domingo, diciembre 1, 2024
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A LA BÁSCULA

Indemnización de clase mundial

Julián Parra Ibarra

En el bimestre anterior acudí como se me había venido haciendo una costumbre, a pagar mi recibo de consumo de energía eléctrica a un cajero automático de la CFE de esos que la ‘empresa de clase mundial’ dispuso para que sin bajar de tu auto puedas pagar tu recibo. Así lo hice, pero la máquina no arrojó el comprobante del pago realizado, así que oprimí el botón y una voz masculina con un tono muy amable me contestó, me dio su nombre que no tuve precaución de anotar ni grabarme, para preguntarme en que podía ayudarme.

Le expliqué que acababa de realizar el pago pero que la máquina no me había arrojado mi comprobante. Me pidió mi ‘número de servicio’ que viene en la parte superior derecha de los recibos y es algo así como la ‘huella digital’ de cada usuario ante la CFE. Le dicté la larga lista de números y me respondió: ¿Su recibo está a nombre de ‘fulano de tal’, y el domicilio es ‘mengano’?.

Asentí y me dijo: “no se preocupe, lo estoy consultando en el sistema y ya está registrado; quizá la máquina no le dio su comprobante porque se terminó el papel, pero ya está capturado en el sistema. No se preocupe”. ¿Seguro que no habrá problemas después de que me quieran a volver a hacer el cobro?, le inquirí. “No”, respondió con seguridad, “ya lo tiene registrado el sistema”.

Bueno, me dije para mis adentros, si me lo asegura así debe de ser, y me retiré con la satisfacción de contribuir con el pago de mi recibo, a que la Comisión Federal de Electricidad sea una empresa ‘de clase mundial’.

Cuando me llegó el recibo del bimestre siguiente me apareció cargado otra vez el anterior, pero supuse que iría a las oficinas de la CFE, me reconocerían el pago y todo quedaría aclarado porque además, supuse, si no hubiera estado registrado el pago, la ‘Comisión’ es implacable y uno o dos días después de su vencimiento me hubiera ‘cortado la luz’, sobre todo ahora con los nuevos sistemas, que no requiere la presencia física del personal en el domicilio donde se va a suspender el suministro de energía eléctrica.

Llego y la señorita que me atiende con voz muy amable me da su nombre, me pregunta el mío y me dice, muy bien señor, en que puedo servirle. Le explico mi odisea y recibo una cándida respuesta/pregunta ¿Y trae usted el comprobante de su pago? Le recuerdo que ese es precisamente el problema, que la máquina no me dio el comprobante, y me vuelve a decir “Es que si

usted no trae su comprobante no podemos hacer nada”. Le digo: no me pida a mí el comprobante, cuando los que no entregaron el comprobante fueron ustedes. Como veo que estábamos en un círculo vicioso, le pido hablar con alguien ‘de más arriba’.

Viene la encargada de la sucursal y me dice exactamente lo mismo, que sin comprobante no hay nada que hacer. Le vuelvo a repetir la historia, que el origen de todo el problema es porque CFE a través de su máquina de marras, no me arrojó el comprobante. “Ah, es que usted debió haber solicitado entonces un número de reporte a la persona del interfón”. Le explico que ella sí sabe que procede porque al ser empleada de la ‘Comisión’ ella sí conoce los procedimientos de la empresa, pero que yo como usuario, no tengo ninguna obligación de saberlos, que yo lo que hice fue usar la herramienta que su ‘empresa de clase mundial’ puso a mi disposición, y que luego hice lo que la persona del otro lado del aparato me indicó, y que terminé por confiar porque supuse que CFE no miente ni engaña a sus usuarios.

Termina diciéndome que además, el domicilio no corresponde a esa sucursal y que por tanto debo ir a una, que está ‘por el quinto infierno’. No sé si puse cara de ‘píchame un pan’ o de encabronamiento, pero en el acto cambió su actitud. “Déjeme yo hablo con la persona que se encarga de eso, le paso sus datos para que empiece a revisar y cuando usted vaya ya no lo entretenga tanto”.

Así lo hice y el ‘encargado’ de esos cajeros de la ‘Comisión’ me muestra en pantalla todos los cortes de ese bimestre, y en ninguno aparece mi ‘número de servicio’, por tanto mi pago fue inexistente pero como la ‘empresa de clase mundial’ es tan benévola no me ‘cortó la luz’, y esperó pacientemente hasta el siguiente bimestre para hacerme el cargo, quizá sabedor de que soy buena paga.

Dos mañanas perdidas tratando de que me reconocieran el pago, volver a cubrirlo otra vez por andar confiando en personal de la CFE, y prefiero ya mejor no hacer más corajes, no les voy a dar el gusto de madrearme el hígado encima de todo. Camino a la oficina voy pensando y le encuentro el lado amable:

Bueno, quizá sin que nos lo hubieran dicho previamente, un grupo de usuarios de la ‘Comisión’ fuimos seleccionados para hacer aportaciones ‘voluntariamente a huevo’ para cubrir el millón 206 mil pesos de la ‘indemnización de clase mundial’ que se auto asignó Enrique Ochoa antes de dejar la dirección de la empresa para irse a dirigir el CEN del PRI.

Respiro profundo, inflo los cachetes y con un aire de satisfacción me digo: soy privilegiado, no todos los usuarios tienen la fortuna de haber contribuido a la indemnización de Enrique Ochoa, quien no se podía ir con las manos vacías y un ‘gracias’. No, eso no hubiera estado a la altura de una ‘empresa de clase mundial’. Gracias CFE por haberme seleccionado para formar parte del elitista grupo de los que cooperamos para pagarle su ‘indemnización de clase mundial’ de un millón 206 mil pesos a Enrique Ochoa.