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A LA BÁSCULA

Revisión de estrategias

Julián Parra Ibarra

El proceso para la renovación de la gubernatura en el estado de Coahuila –al igual que sucederá en el Estado de México y en Nayarit-, si bien oficial ni formalmente ha iniciado, virtualmente está encaminado con tanta antelación como no había ocurrido en la historia de la entidad, que cuando se marquen los tiempos de inicio en el calendario electoral, las candidaturas principales estarán prácticamente definidas.

Sin embargo los resultados de las elecciones del pasado 5 de junio, significaron sobre todo en los dos principales partidos, una pausa en el camino para replantear o revisar algunas situaciones, escenarios y estrategias, para enseguida retomar el camino.

En el Partido Acción Nacional (PAN), por ejemplo, la escenografía cambió un poco dado el reposicionamiento que obtuvieron Marcelo Torres Cofiño y Jorge Zermeño Infante, dada su participación en la campaña de José Rosas Aispuro Torres y el triunfo que éste alcanzó para arrebatarle al Partido Revolucionario Institucional (PRI) por primera ocasión la gubernatura de Durango.

Los triunfos logrados el 5 de junio despertaron en unos y reavivaron en otros sus aspiraciones políticas en los puestos que en Coahuila estarán en juego el año entrante. Muchos se envalentonaron y andan varios muy echados para adelante.

Además de Memo Anaya, que ya anda cumpliendo su sexenio en campaña, han venido levantando la mano los alcaldes de Saltillo, Isidro López Villarreal; y de Monclova, Gerardo García, además de los senadores Silvia Garza y Luis Fernando Salazar. Más los que se acumulen esta semana, y entre ellos podría ser Marcelo Torres.

El problema histórico de los panistas es ese gen caníbal en su ADN, que siempre los lleva a sostener las más encarnizadas luchas en las elecciones internas, que termina por arrojar a la constitucional a un abanderado débil y golpeteado, amén de que los integrantes de los grupos contrarios no les operan ni en campaña ni en el día de la elección en el mejor de los casos, cuando no le operan en contra, en el peor. Esas luchas intestinas muchas veces, les han cancelado posibilidades de triunfos electorales.

En esta ocasión los triunfos -sobre todo en Durango- a más de uno han hecho creer que podrían repetir la historia en Coahuila el año entrante. Sin embargo tendrían que considerar primero dos aspectos fundamentales: el primero, que si piensan aplicar el cuadernito con el que ganaron en Durango, ese no va a aplicar de este lado del Nazas, porque las condiciones, el escenario, el momento y los personajes son muy distintos. Si ninguna elección es igual a otra, menos un estado va a ser igual que otro como para tratar de emplear el mismo esquema y con los mismos resultados.

El segundo es precisamente el factor de unidad ¿Estaría por ejemplo Memo Anaya dispuesto a hacerse a un lado y apoyar y operar en favor de Isidro López o Luis Fernando Salazar por mencionar un ejemplo? ¿Estaría Gerardo García –quien cree que de veras tiene posibilidades de ser candidato y hasta Gobernador- a trabajar para impulsar la candidatura de Memo Anaya, de Luis

Fernando o de Isidro López?

En el PAN lo primero que tendrían que hacer es arreglar sus entuertos internos, y si no logran superar ese histórico obstáculo, difícilmente tendrían posibilidades de replicar lo que ocurrió en Durango.

Por lo que respecta al PRI, el gran número de tiradores que han levantado la mano hace que suponer que habrá una competencia inédita por el número de competidores y aquí cabría la pregunta, llegado el momento ¿estarán el resto de los competidores en la posición de disciplinarse como acostumbran los priistas en torno al ganador una vez llegado el momento de la definición de la candidatura?

Indudablemente que el mejor encaminado y que cuenta con todo el cobijo del partido y del gobernador, es el alcalde torreonense Miguel Ángel Riquelme Solís. Es el que está mejor posicionado y por los tiempos y las circunstancias actuales –sobre todo por lo ocurrido en Durango- para el priismo coahuilense sería sumamente peligroso cambiar de caballo a mitad del río.

Se quiera o no, un ingrediente que jugó un papel muy importante en Durango –y también podría hacerlo en Coahuila- es el factor del ‘gobernador lagunero’, que podría influir en el ánimo y sentimiento de los electores para bien o para mal según sea el caso. Sin afanes de regionalismos estériles, entre los laguneros está muy fresco el recuerdo de que en el lado de Durango ‘batearon’ a una lagunera, la mejor encaminada para la sucesión gubernamental y ya se vieron los resultados.

Acá sigue ese acariciado largamente sueño del gobernador lagunero.

laotraplana@gmail.com