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A LA BÁSCULA

Focos amarillos

Julián Parra Ibarra         

A principios de los 90 del siglo pasado en el municipio de San Pedro se presentó un serio problema de salud entre la población, juvenil sobre todo, y que tuvo un crecimiento exponencial en muy poco tiempo: el consumo de la heroína, una de las más adictivas y devastadoras drogas, se convirtió en un fantasma que dejó serias secuelas entre la población.

Para darnos una idea de la gravedad del problema, a mediados de esa década, los tres principales focos rojos nacionales por el alto consumo de la heroína, eran San Pedro, Coahuila; Tijuana, Baja California; y el Estado de México. Sin embargo, el caso del municipio lagunero era alarmante y desproporcionado, de acuerdo con su población, en relación con la de Tijuana y el Estado de México. A esos niveles se llegó.

Con la creación de varios grupos, sobre todo el Ave Fénix, que era dirigido por Carlos Hernández –después surgirían dos más-, el problema fue atacado casi de manera doméstica, pero al paso del tiempo la problemática empezó a ceder de manera sustancial.

Cuando se dieron los años de mayor violencia en la región, se tomó la decisión de cerrar los tres centros de apoyo a adictos a la heroína, porque una de las modalidades que se repitieron en muchas partes del país, era la de los asesinatos masivos en centros de rehabilitación para drogadictos y para alcohólicos.

Los consumidores de heroína que estaban en tratamiento entonces, se quedaron sin un centro a dónde acudir, y por lo tanto también las acciones preventivas se vieron suspendidas. A poco más de dos años de distancia, los focos amarillos se empiezan a reencender y habrá que ponerles mucha atención antes de que se vuelva a convertir en el problema en que se vio sumido el municipio hace casi un cuarto de siglo.

De hecho, consciente de que el problema de las adicciones está presente y es una seria amenaza para nuestros jóvenes –sobre todo en los tiempos en los que se abre el debate para la legalización o no de la mariguana, lo que podría abrir además la puerta para que se legalicen algunas otras de las llamadas drogas ‘duras’-, el gobernador de Coahuila, solicitó hace unos meses una entrevista, y la concretó en el DF, con  Carmen Fernández Cáceres, directora de los Centros de Integración Juvenil (CIJ).

Con ella, concertó un siguiente encuentro, pero con los titulares de los CIJ que operan en La Laguna, en Saltillo y en Piedras Negras, con quienes se reunió en éste último municipio fronterizo. Aunque el encuentro fue hasta cierto punto ‘informal’ porque se dio en las instalaciones del aeropuerto dado que el mandatario estatal emprendería enseguida un vuelo, en los 45 minutos que duró la reunión se dieron acuerdos sustantivos.

Se acordó la apertura de tres nuevos CIJ en la entidad: uno en Ramos Arizpe, otro en Monclova y un tercero en San Pedro. De hecho en la reunión estuvo presente el alcalde sampetrino, Juan González González, y ahí se giraron las indicaciones para que emprendieran las acciones encaminadas a la cristalización del proyecto.

El de Ramos Arizpe -me dicen- ya va muy avanzado en su construcción, el de Monclova desconozco el statuts, pero el de San Pedro no se ha concretado hasta el momento lo que se llama, nada, a pesar de que es uno de los municipios que está más amenazado por el fantasma de las adicciones.

Sería bueno que se retomara el tema y que el alcalde, con el respaldo del gobernador Moreira Valdez volvieran a insistir ante quien corresponda para que se concrete este CIJ en San Pedro, pero además de ello, que se pusiera especial atención en el resurgimiento del problema del consumo de la heroína, que es de acuerdo con los expertos la que genera adicción más rápido, desde el primer consumo, pero además la que provoca también más rápido daños irreversibles entre los consumidores.

Por ahí a mediados de los 90, en el Hospital General, se tenía el registro del caso de un niño de 8 años de edad que fue ingresado por una sobredosis de heroína. Cada quien aportemos un granito de arena para evitar que los niños y los jóvenes sampetrinos vuelvan a caer en esas garras. No esperemos a que el problema alcance las dimensiones de hace cerca de 25 años para empezar a tratar de revertir la problemática, porque los daños que las drogas provocan –sobre todo la heroína- son irreversibles en quienes la consumen. Hay que actuar ya.

laotraplana@gmail.com

@JulianParraIba