Estamos a tiempo
Julián Parra Ibarra
Todavía a finales de la década de los años 80 del siglo pasado, algunas escuelas y facultades de la Unidad Torreón de la Universidad Autónoma de Coahuila arrastraban un prestigio negativo debido a la presencia del porrismo que tanto dañó la imagen de nuestra Máxima Casa de Estudios y a muchos de sus egresados, que se incorporaban al mercado laboral en condiciones sumamente desfavorables, en relación a los que se graduaban en otras instituciones educativas.
En los anuncios de los diarios en La Laguna incluso, cuando las empresas solicitaban a profesionistas para cubrir sus plazas laborales, subrayaban una dolorosa frase: Egresados de la UAC, absténganse. Es decir, se había caído en un desprestigio tal, que nadie quería correr el riesgo de abrir espacio en sus empresas, a gente identificada con cualquier actividad contraria a, menos a lo académico.
Durante la gestión del actual Secretario General de la UAdeC, Salvador Hernández Vélez como coordinador de la Unidad Torreón, se realizó una gran labor, un trabajo titánico, para terminar con el fantasma del porrismo universitario en La Laguna. Costó mucho, pero al final de cuentas logró erradicarse.
Por ello, en estos tiempos en que escuelas y facultades de nuestra Universidad luchan diariamente y han realizado trabajos que les han permitido alcanzar niveles de excelencia con reconocimientos internacionales –le doy como botón de ejemplo: el área de postgrados de la FCA, o la propia Facultad de Odontología, ambas en Torreón-, es triste ver cómo se permite que en algunas como la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) se deje germinar la semilla del desorden, los arreglos y ‘cochupos’, que a la larga tres o cuatro décadas atrás desembocaron en el porrismo y el descrédito de toda la institución.
El proceso para elegir al nuevo director de Ciencias Políticas puso al descubierto prácticas deleznables narradas por propios alumnos de la ‘Facu’, que platican la facilidad con que pueden ser exentados de trabajos y alcanzar calificaciones aprobatorias en algunos casos sin asistir a clases. Las reuniones con carnes asadas y cervezas, aseguran, han sido una constante.
En los pasillos de Ciencias Políticas se escuchan todo tipo de historias: Que Juan Carlos Hernández –actual director electo-, secretario de la administración saliente, desde hace tiempo ‘rompió lanzas’ con Pascual Reyes; que en la escuela todo mundo venía ignorando y relegando a éste último y que quien realmente tenía el control de la Facultad era el llamado ‘Bubu’.
Que Incluso a Pascual se le fincarían responsabilidades por el desvío o desaparición de recursos que nadie sabe dónde están; que el manipuleo de documentación oficial por parte de la encargada de control escolar, podría constituirse como un delito penal; que en la facultad el tipo de cambio ha sido sencillo: una cheve=un voto.
Ojalá que las autoridades de la Universidad, sean las centrales o las de la Unidad Torreón, le pongan atención al conflicto y metan algo de orden en la facultad. Más allá de nombres y personas o personajes, lo que se debe poner por encima es la calidad académica de la ‘Facu’ y la formación de los alumnos académica pero también éticamente.
Pero que bajo ninguna circunstancia ignoren lo que ahí está pasando, que no pueda más la apatía que el interés de mejorar el nivel de las diferentes escuelas de la Universidad. Que no permitan que siga germinando la semilla de los grupos de choque, del porrismo que tanto daño le hizo a nuestra Máxima Casa de Estudios.
Cuatro décadas atrás minimizaron este tipo de hechos, les fueron dando tiempo y espacio para que crecieran, y en muchos casos aún funcionarios universitarios fomentaban, auspiciaban y hasta patrocinaban a grupos de choque al interior de las escuelas, hasta que la violencia se salió de las aulas y traspasó las bardas universitarias.
Hoy, no se debe permitir que se repita la historia, una historia que ya vivimos y que nadie quiere, a nadie conviene, que se vuelva a presentar.
@JulianParraIba