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A LA BÁSCULA

Ni ángel ni demonio

Julián Parra Ibarra

En la edición N° 66 de la revista Metrópolis, correspondiente al mes de noviembre de 2014 (http://issuu.com/revistametropolis/docs/metr__polis_66.2), presentamos en portada un collage de fotos de principios del siglo pasado, con una imagen predominante del General Porfirio Díaz Mori, y el titular de ‘Reviven’ a Porfirio Díaz a cien años de su muerte.

En las páginas interiores, publicamos un ‘paquete’ de textos que generosamente nos compartieron el doctor Sergio Antonio Corona Páez, cronista de Torreón; la maestra Silvia Castro Zavala, directora del Museo de la Revolución de Torreón; el joven historiador Carlos Castañón Cuadros; y el muralista lagunero Gerardo Beuchot Puentes  quien en 2006 provocó polémica al ‘pintar’ la imagen de Díaz en el mural en el lobby del Centro de Iniciación Artística (Cinart) Pilar Rioja, en el que aparece como maquinista asomando y haciendo sonar el silbato de la locomotora de un convoy ferroviario.

Ya entonces, advertíamos que al cumplirse el 2 de julio de 2015 el centenario luctuoso del ex presidente mexicano, en este año se reavivaría el debate sobre la figura de Díaz, y con ello también de nueva cuenta la discusión sobre si por fin se lograría repatriar sus restos mortales para que pudieran venir a reposar a su natal Oaxaca, como siempre fue su deseo, después de un siglo de haber reposado en el cementerio de Montparnasse en París.

Paradójicamente, escribe Enrique Martínez y Morales en el diario digital La Otra Plana (http://www.laotraplana.com/sitio/index.php/columnas/politica/item/10955-heroe-o-villano), Díaz se exilió y tras su muerte fue sepultado en el país contra el que luchó enardecidamente defendiendo nuestra soberanía.

Tal y como lo preveíamos, aún un siglo después de su muerte, el nombre y la imagen de Porfirio Díaz sigue provocando polémica, y en efecto el debate sobre su figura y la eventual repatriación de sus restos mortales están sobre la mesa. Los medios de comunicación en nuestro país le han dedicado considerables espacios.

Lo mismo Televisa -que anuncia la transmisión de un programa especial-, que la revista Nexos que en su edición de julio presenta un ‘paquete’ de 39 páginas titulado ‘La Sombra de Don Porfirio’ (http://www.nexos.com.mx/?cat=3325) con textos de nueve autores: Jean Meyer, Claudio Lomnitz, Fernando Escalante Gonzalbo, Ariel Rodríguez Kuri, Mauricio Tenorio Trillo, José Antonio Aguilar Rivera, Paul Garner, Alan Knight y Carlos Díaz Tello.

Los libros sobre la vida de Porfirio Díaz han vuelto a ocupar los anaqueles de las librerías. Paul Garner, autor de ‘Porfirio Díaz, entre el mito y la historia’ y ‘Porfirio Díaz: Del héroe al dictador, una biografía política’, afirmó recientemente en entrevista para el periódico español El País, que “Es mentira que Porfirio Díaz haya sido un dictador” (http://cultura.elpais.com/cultura/2015/07/02/actualidad/1435816903_558729.html).

Jean Meyer comenta en Nexos que tenía toda la razón el historiador Francisco Bulnes, contemporáneo de Porfirio Díaz, cuando decía que la última reelección sobró. Parafraseando a José C. Valadés en su libro ‘El Porfirismo, historia de un régimen’, menciona que durante años el vocablo ‘porfirismo’, “ha sido una expresión, casi técnica, de tiranía”.

Y sostiene que en México muchos temen que una ‘rehabilitación’ de la imagen de Don Porfirio, “cause daños irreparables al mito de la Revolución. Por eso ha sido imposible hasta la fecha  (…) satisfacer las últimas voluntades del ‘tirano’ que pidió ser  enterrado en su natal Oaxaca”.

Fernando Escalante en la misma edición, menciona que la expresión ‘porfiriato’ sigue siendo una sonoridad incómoda. Y Ariel Rodríguez Kuri escribe que Porfirio Díaz fue defenestrado por una revolución que abrevó en los agravios sociales.

Lo cierto es que uno de los primeros en reconocer a Porfirio Díaz, fue el propio Francisco I. Madero, en La Sucesión Presidencial, según lo consigna Sergio Corona Páez en Metrópolis N° 66, y lo confirma Fernando Escalante Gonzalbo en Nexos: el general Díaz, decía en resumen, “será uno de nuestros más grandes hombres”, menciona evocando a Madero.

Tras la muerte de Díaz, The Washington Post, dijo que “su recuerdo será venerado por todo México y se le erigirán memoriales en todas las ciudades que él ayudó a florecer y ser prósperas”. Torreón puede ser considerada –de manera especial- entre ellas según lo dejó asentado Carlos Castañón en Metrópolis de noviembre:

“(…) En esta historia nació y creció notablemente una de las ciudades predilectas del porfiriato: Torreón. En 1883 llegó el ferrocarril y desde entonces, la estación Torreón, que apenas tenía unos cientos de habitantes, logró consolidarse para 1910, como una de las principales economías del país.

“Torreón fue la ciudad por excelencia del profiriato. Orgullo y paradigma, la nueva urbe materializó los anhelos de ‘orden y progreso’ (…) Tanto fue el éxito de Torreón que la nueva urbe estableció la plaza de Don Porfirio. Llamada ‘2 de abril’, la plaza fue un reconocimiento a la heroica batalla liderada por el militar Díaz contra los franceses”.

Sin embargo, el centenario luctuoso de Don Porfirio pasó de noche en la Comarca, en Torreón, donde parece que muy pocos –o nadie-, recordó la fecha y la figura de quien sentó las bases para que esta región creciera a pasos agigantados como un importante polo comercial. A pesar de su juventud –este 15 de septiembre se festejará el 108 aniversario de Torreón como ciudad-, La Laguna se llegó a significar por ser una de las regiones más dinámicas y prósperas del país.

Pocos lo recordaron así, al menos no públicamente, y por consecuencia se le sigue escatimando el reconocimiento de lo positivo de su gobierno. Bien se dice que la historia siempre la escriben los triunfadores, y como se supone que la Revolución derrocó la caída del ‘dictador’, los sucesivos gobiernos emanados de la revolución le presentaron como el villano de la historia. Incluso todavía en 1992 fueron retirados de la circulación libros de texto gratuitos por registrar el ‘error’ de mencionar que no todo fue negativo durante el porfiriato.

Mauricio Tenorio escribió en Nexos que para el mundo “Díaz tenía una aura de estadista, el único mexicano que alcanzó tal fama en el Siglo XIX”, y que “no es necesaria la calavera para tener a Díaz en el lugar que le corresponde en la historia nacional. Ya lo tiene”.

Resulta increíble que un siglo después de su muerte se mantenga tan vivo el debate entre ‘porfiristas’ y ‘antiporfiristas’. Pero la realidad es que en el juicio de la historia, no puede ser sentenciado ni como ángel ni como demonio.

laotraplana@gmail.com         

Twitter: @JulianParraIba